martes, 12 de febrero de 2008

Fase olfativa


Esta segunda fase es la más importante de la cata, ya que la sensibilidad del olfato supera con creces la del gusto.

Para comenzar, tendremos que hacer una primera observación a copa parada. De esta forma examinaremos la intensidad acercándonos poco a poco y percibiendo el momento en que captamos los aromas.

Estudiaremos así la franqueza del vino, es decir, si está exento de defectos, (por ejemplo olor a sulfitos o a huevos podridos).

A continuación volteamos el vino en la copa y realizamos un segundo análisis. De esta forma se aumenta la superficie de evaporación y por tanto la sensación aromática. Realizamos aspiraciones cortas seguidas introduciendo la nariz dentro de la copa para captar las diferentes tipos de aromas.

También forma parte de esta fase la cata retronasal, en la que las partículas odolíferas ascienden de la boca por la garganta hacia la nariz y bulbos olfativos. Para llevar a cabo este análisis, debemos tomar una pequeña cantidad de vino y dejarla en la boca. Después, la abrimos ligeramente lo suficiente para aspirar cierta cantidad de aire. Se produce así un borboteo que hace que se caliente el vino y de este modo ayudamos a evaporar las partículas más pesadas y a dirigirlas hacia el interior.

El último análisis de la fase olfativa consiste en oler la copa vacía después de la degustación, captando los aromas de la película de vino restante al evaporarse.

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